sábado, 26 de diciembre de 2015

EL COSMOS DESDE UNA VISIÓN METAFÍSICA


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Según el Principio de Eternidad, el tiempo y el espacio son una mera ilusión. Estas dos dimensiones son la apariencia de un mundo virtual y por ende no verdadero. Por lo tanto: La Realidad es Única, Eterna e Inmutable. Lo Eterno es, a la vez, pasado, presente y futuro. Siendo así, siempre, representa el Presente. Es decir: el aquí y el ahora. El Eterno Presente.
 
Desarrollando este fundamento, el concepto de Cosmos, se puede llegar a abordar desde múltiples perspectivas: astronómica, filosófica, religiosa, metafísica, astrológica, física... En este caso nos centraremos, exclusivamente, a partir de una visión estrictamente Metafísica. Y, dentro de la misma, desde dos ópticas (no esencialmente excluyentes, pero sí) complementarias:

Ø  Para un teísta (todo lo que existió, todo lo existente y todo lo que existirá) se revelará como Dios: "Yo soy el que soy"; existo por mi voluntad  de existir y de seguir, eternamente, existiendo. Desde antes del inicio y después del final. Se podría llegar a equiparar al primigenio Itemu egipcio (helenizado Atum) o al Brahman hinduista. Las dos representaciones deíficas poseerán atributos comunes tales como: pensamiento primordial, absoluto, "alfarero", expansión, hacedor y potencia inmanente.

Ø  Para un espiritualista (no necesariamente teísta pero sí, probablemente, gnóstico) se expresará como el Ser, el Todo y/o Consciencia Cósmica.

Pues, en los dos casos, es una automanifestación sin principio ni fin. Ocupa todo pensamiento. Es atemporal. Y es la Eternidad.

No obstante, en nuestro mundo antropomórfico; fruto de unos límites (pre)establecidos, el Cosmos ocupa todo espacio y todo tiempo.

Sintetizando todo lo anteriormente expuesto, podremos llegar a plantearnos las siguientes preguntas o reflexiones:

Ø  ¿El Ser y Dios es lo mismo?

Ø  ¿El Ser y el Cosmos es lo mismo?

Ø  ¿El Cosmos y Dios es lo mismo?


Si seguimos fielmente las directrices de este pensamiento superior, diremos que:

Ø  El Ser es Uno.

Ø  La Unidad es el Todo.

Ø  Todo es Cosmos.


Por todo ello:

Ø  No hay nada fuera del Ser.

Ø  El Ser es el Todo.

Ø  Cosmos es Todo.


Como pincelada final, Vacio y Plenitud, son fases circunstanciales, dentro del Ser, que tienen que ver más con estados (mentales) de ánimo del microcosmos (la PERSONA) que con todo lo que nos envuelve y/o condiciona: la Naturaleza y/o Universo. Y, por último, ¿qué es la nada? En la pregunta se haya la respuesta.

En conclusión: el Cosmos no es como lo vemos, ni como lo percibimos. Somos parte del mismo; somos su alteración; somos fragmentos de una consciencia superior; somos su pálido reflejo y somos una imperceptible ilusión.


El presente es Eterno, no así nuestra existencia: minúscula y efímera



Santiago Peña



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martes, 11 de agosto de 2015

SOBRE LA ANHELADA PERDURABILIDAD DE LAS COSAS Y LA IRREMEDIABLE DEGRADACIÓN DE LAS MISMAS


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Nada perdura; Todo se degrada



La Desintegración incesante de cualquier elemento, sea natural o un producto del ser humano, deviene en la Unidad. La Disgregación de las cosas es la consecuencia final hacia una maximización de la Entropía. Pero ¿qué es Entropía? Es una magnitud (física) o medida de desorden dentro de un sistema (dinámico) presumiblemente cerrado (Naturaleza, Universo,..). Expresándolo en lenguaje llano: vendría a ser la redistribución de la Energía (dentro de ese mismo sistema, de manera uniforme e irreversible) hasta llegar a conseguir el máximo equilibrio (semejanza, homogeneidad, identidad,...) viable.


¿Qué es lo múltiple; qué es el Uno?


Lo múltiple es la imperfección. En cambio: La suma final de conjuntos posibles da como resultado el Uno. El Uno es la Perfección. Por lo que tenemos que convenir que el Cero es origen y final de la Perfección. Y el paso transcendente, del Cero al Uno, es la Eternidad. Aparentemente es un Punto, pero lo abarca Todo.


¿Qué representa el Cero; qué entendemos por Vacío; qué es la Nada?


El Cero no equivale a la Nada. El Cero es el Vacio. El Cero, al igual que el Uno, es el resultado de la Perfección; del silencio absoluto (integral desaparición de cualquier tipo de vibración), y causa final de todo lo eficiente. En otras palabras: Cero es el equilibrio; la quietud. Por lo tanto: La total ausencia de movimiento es la Perfección.

Por todo ello: la diferencia Metafísica entre el Uno y el Cero, radica, intrínsecamente, en un movimiento continuo (Eterno) para el Uno y la extinción del mismo para el Cero. La Naturaleza (o Cosmos) es la Unidad, y, el Cero, la desaparición de la misma. Consecuentemente: su más que previsible ausencia implicará su ansiada Perfección.

En tanto en cuanto la Infinitud tiende hacia la Unidad, el extremo último del Infinito es el Uno. Siempre habrá un Uno detrás del Infinito. Por lo que es materialmente imposible que pueda llegar a coexistir un número indeterminado de todos. Y por lo tanto, en la Naturaleza, solo puede llegar a existir un Todo. Por lo que el Uno abarca el Todo. En definitiva: Todo y Uno es lo mismo; Todo es la Unidad; la Unidad es Todo lo existente.

En cambio, la Nada no es y no puede ser. El Vacio ya es algo, por ínfimo que sea. El Vacio ocupa un espacio. Por el contrario, la Nada, no existe, no ha existido, ni existirá. Ningún Cuerpo (material o espiritual) puede pasar a ser Nada. Es decir: la desaparición de algo implicará dejar un espacio (Vacio). La extinción de lo existente no significa pasar a ser Nada. Es pasar de ser una Entidad (Esencia, Objeto, Espíritu o Cosa) a ser otro tipo de Identidad. Posiblemente, la misma, pasará a compartir otros espacios, otras representaciones con otros Entes. Habrá transformaciones, fusiones o, llanamente, una reunificación para volver a ser, una vez más, la Unidad.


Nada se destruye; Todo se transforma


¿Qué es, entonces, la Nada? es fruto exclusivo de nuestro pensamiento abstracto y jamás podrá coexistir en la naturaleza; es la no-existencia de cualquier cosa. Desde una visión Metafísica (Real) de las cosas, la Nada es el no-Ser (Ontología) y por definición un contrasentido.


Santiago Peña


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domingo, 21 de junio de 2015

SOBRE LA FILOSOFÍA PERENNE - 2


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En un post anterior describíamos, a modo de introducción, los orígenes y fundamentos de la Filosofía Perenne. En éste, nos vamos a sumergir en la naturaleza y objeto de la misma.


Filosofía Hermética vs Filosofía Perenne


La Filosofía Hermética (o Hermetismo) parte del principio de dualidad: "lo que está arriba es lo que está abajo"; positivo y negativo; bien y mal; masculino y femenino; blanco y negro; yin y yang;... etc.   En definitiva: describe un Universo de opuestos y, a la vez, de complementarios. Todo tiene su contrario. Como fin último, y para nada desdeñable, la transmutación y/o regeneración de la PERSONA: muerte y resurrección; nigredo y albedo. Todo ello, a través de una de sus principales disciplinas (la Alquimia), para la obtención de un ser "Superior": el Rebis Alquímico; el Andrógino Perfecto.

No así la Filosofía Perenne, por lo que no es ningún tipo de escuela o corriente de pensamiento. Su fundamento es el Ser, su transcendencia última en la Naturaleza y la fusión con la Divinidad. Por lo que somos la propia Divinidad.


Una Única Verdad; Verdad Eterna


Como Filosofía Verdadera, lo abarca Todo y es la Unidad. Es decir: es la No-Dualidad; por lo tanto: es "Advaita" (doctrina ramificada del Hinduismo, no dualista, que asevera la Unicidad entre el Alma y la Divinidad). Es Atemporal: por lo tanto, no sólo el espacio es un ensueño, sino también el tiempo. Se hace hincapié en que "todo sucede aquí y ahora", pero no motivando el aquí-ahora de una forma fiel, sin espacio y de un modo atemporal; viviendo en el Eterno presente. Es transcultural: abarca diferentes sociedades y/o civilizaciones; manifestándose en todo territorio y época.  En síntesis: Es una enseñanza espiritual más allá del tiempo y erigiéndose en expresión directa de lo Eterno (de ahí el término Perenne).

En cuanto a la PERSONA: somos materia (cuerpo), mente y espíritu. Todo uno. Pero, sobre todo, somos Espíritu; mente y cuerpo son simples manifestaciones. Somos trinidad, como representación, pero, Unidad, como Realidad inmanente y transcendente.

La modernidad, como contraposición a la Tradición, forjó la visión del mundo sobre una falsa y aparente dualidad del cuerpo y de la mente; obviando, insolentemente, el Espíritu. Las sombras de nuestra espiritualidad es la psicología; recreando apariencias y falsas realidades de nuestro devenir; redescubriendo nuestra verdadera divinidad. El "culto" al cuerpo es el paradigma de nuestro tiempo; negamos el envejecimiento natural de nuestras existencias y su consecuencia última.

La Filosofía Perenne es una Verdad allende de la razón. Por lo que debemos reconocernos, y reivindicarnos, en la pureza de estas excelsas Virtudes: Humildad, Bondad y Simplicidad. Todas ellas, requisitos básicos para, así, poder reencontrarnos con nuestro "YO" verdadero. Somos Esencia del Ser. Nos somos cuerpo; no somos mente. Somos Espíritu... Solo "Somos Eso".

Somos un conjunto de Valores, anteriormente detallados, Inmutables, Eternos, Únicos, Inmanentes y Transcendente. Por todo ello, debemos evolucionar desde una primera etapa emocional-sensitiva, atravesando (y superando) al intelecto, hasta converger en el Espíritu. Pasando a ser Luz de nosotros mismos. Hemos "despertado" fundiéndonos con la Divinidad. Somos Budas reencarnados; somos la Luz...

Somos COSMOS y espejo del mismo,
Somos gotas de agua impactando en la inmensidad del Mar,
Somos Verdad,
Somos el Ser,
Somos Consciencia,
Somos el sujeto transcendente,
Somos la Luz en el Camino,
Somos Luz en nuestro deambular existencial,
Somos indagadores impenitentes de la Paz,
Somos buscadores irredentos del Amor Universal,
Somos albaceas de la Felicidad,
Somos comunión de religiones,
Somos disolución con la Divinidad,
Somos lo Absoluto,
Somos Eternidad.


Recomiendo la relectura del anterior post: SOBRE LA FILOSOFÍA PERENNE



Santiago Peña



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domingo, 19 de abril de 2015

LA SERPIENTE: SIMBOLOGÍA, MITOLOGÍA Y SIGNIFICACIÓN ESOTÉRICA


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Preámbulo

Este pequeño estudio  pretende ser una guía-resumen del "valor" de las serpientes a lo largo de todo el devenir histórico del género humano. No está todo sobre lo que se podría dilucidar, ni cada contenido está ampliamente desarrollado. Es destacable que, desde una visión sociológica, es una criatura paradigmáticamente dual y que, por lo demás, encontramos que mora en casi todos los ecosistemas de nuestra maltratada Madre Tierra.

Sobre su realidad física; su forma de vida, o naturaleza, no creo obligatorio hacer una explicación autónoma sobre su acontecer vital y hábitos.

 

Mitos a lo largo de la Historia

Desde sus inicios, la sierpe, ha estado indefectiblemente unida a los períodos de la naturaleza. Para que nos hagamos una idea de la importancia que ostenta, dentro de la llamada Mitología Universal, hay catalogadas, como mínimo, una treintena de Serpientes Mitológicas. El hecho de que concibiera un hoyo para poner huevos dentro de la tierra se relacionó con la idea original del "Huevo Cósmico" (el gran huevo, como representación del globo terráqueo) y la vagina de la mujer, correspondiéndose con los cultos telúricos y ligada a la idea de fecundidad femínea.

Una de las formas más antiguas la hallamos en Mesopotamia, en el Vaso de Gudea, enseña del (de la) dios(a) sumerio(a) Ningizzida (o Gizzida), dios(a) de la vegetación y de las plantas medicinales, conocido(a) también como “El (La) Señor(a) del Árbol de la Vida” que ulteriormente pasaría a ser el (la) dios(a) de la magia y de la sanación. Se le(a) encarnó a veces como una serpiente con cabeza antropomorfa, o como dos serpientes gemelas apareándose, simbolizando la unión creadora. 

Con posterioridad, en la Mitología Babilónica, Tiamat (la serpiente que duerme a la espera), personaje principal en el poema épico Enûma Elis ("Cuando en lo alto"),  es un monstruo/serpiente. Representa las aguas primordiales, la feminidad, el Caos, es la Primera Madre (por proyección: Origen de la Vida) y es la oscuridad. A lo largo de la narración, del Enûma Elis, mantiene una lucha (combate cósmico) con Marduk, dios principal del panteón babilónico; a su vez representado por la Luz y el Orden. Al final, como ya es conocido, el Orden (Marduk) vencerá al Caos (Tiamat). El origen, y constitución, del Universo se materializó.         


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En el Antiguo Egipto, la sierpe, tuvo un importante papel dual, como benigna y, a la vez, como maligna. Esta doble condición es algo que nos topamos en un destacado número de culturas, debido al beneficio, de las mismas, como depredadoras en los campos de labranza (limpiándolos de roedores y pequeñas alimañas); ligándose, así, a la pareja circunstancia de fertilidad, y como elemento de la naturaleza peligroso y, en muchos casos, mortal. Podía definirse, según las circunstancias, como una entidad protectora o como un demonio del inframundo.

El dios serpiente Apep (o Apofis, en griego) fue considerado como el Caos, las fuerzas maléficas que habitaban en el Duat (el inframundo), contrario a Maat (el Orden Cósmico). Apep era representada como una serpiente gigantesca, e indestructible, que trataba de romper el recorrido nocturno de la barca solar de Ra, para evitar que surgiera un nuevo día. Para los antiguos egipcios era irremediable que existiera el mal para que el bien fuera factible.

Durante el reinado de Ramsés II hay constancia escrita de un ritual mágico ligado a Apep. Durante las fiestas lunares y procesiones religiosas se sometía a este extraordinario réptil a diversas torturas, representando así el triunfo de Maat sobre el caos, pero nunca matándolo, pues era necesario "mantenerlo vivo" para obtener el equilibrio del Universo.

En cambio, la cobra tenía un papel diametralmente diferente: el Uraeus, encarnación de la diosa Uadyet (Señora del Cielo), representaba el ardor del sol, la flama ígnea y era una alegoría de resurrección, el poderío del desarrollo, la abundancia de la tierra y de las aguas. Los faraones eran los impares portadores del Uraeus como símbolo preservador y específico de su divinidad.


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En la India, los primitivos cultos tántricos drávidos, adoraban el Nagakkals, una estela pétrea, en la que se sustituía el lingam (falo) por dos sierpes unidas sexualmente; que simbolizaban la fertilidad. También se situaban como fetiches bajo las higueras, que era el árbol sagrado masculino. Esta imagen nos recuerda, a su vez, a los cardinales canales energéticos que recorren los chakras, por donde subiría la energía Kundalini, encarnada, justamente, por una serpiente.

En el culto Védico (precursor del Hinduismo), Vritrá es un asura (ser maligno) con forma de serpiente, o dragón, encarnación de la sequedad y contrario del dios Indra. En los textos Vedas, del mismo modo, era conocido como Aji ("sierpe").


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En la historia bíblica del Génesis, hallamos que el simbolismo de la serpiente, todo y ser nocivo y vinculado con la maldad, nos señala que, la misma, estaba plenamente asociada al "Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal". La condena por enfrentarse a los designios de Yahvé ofreciendo el fruto prohibido (que en realidad era el despertar del conocimiento para la humanidad), fue que se impulsará sobre su abdomen como algo perverso y deleznable. De esta guisa perdurará adormecida en la parte más inferior de los instintos humanos hasta que llegase el instante de despertarla para volver a ascender (una vez más) por el árbol del conocimiento del bien y del mal.


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En el periodo helenístico, del culto a la sierpe surgieron, también, dos símbolos muy significativos: El caduceo de Hermes (Mercurio), dios griego de los mercaderes y mensajero de los dioses, y la vara de Asclepio (Esculapio), dios griego de la medicina.

En ambos casos la vara podría simbolizar el báculo, pero hay diversidad de opiniones sobre si a su vez puede representar un símbolo fálico o el mismo árbol de la vida y/o de la ciencia, antes citado, sobre el cual ascienden las serpientes.

Pero independientemente del simbolismo del báculo, las serpientes en el Caduceo de Hermes representan la neutralidad; la pacificación entre los opuestos.

Hermes, como mensajero de los dioses, llevaba una insignia, una vara o kêrukeion que lo distinguía como a los mensajeros y diplomáticos. Posteriormente, en época romana, se le añadirían las dos alas.

En la Vara de Asclepio este réptil está asociado tanto a la muerte como a la medicina, por lo tanto a la salud y la vida, pero también a los ciclos de Muerte y Resurrección.

En honor de Asclepio, se utilizaba en rituales de sanación un tipo de serpiente no venenosa (las Serpientes Esculapias), que se dejaban arrastrarse libremente por la estancia donde se reponía el enfermo.

Cada vez que se erigía un nuevo templo a Asclepio también se las dejaban libres dentro del recinto.

Una imagen paralela al caduceo la encontramos en relieves cartagineses de la diosa Tanit, esposa del dios Baal, asociada a la luna y a la fertilidad, representada con una rama de olivo con dos serpientes, que a su vez podían estar simbolizando los ciclos lunares.

Antiguamente las sierpes se llegaron a domesticar para cuidar los silos de grano, antes de que en Egipto se domesticara a los gatos y se exportaran al resto de Europa.

Pero regresando al exponente griego encontramos múltiples imágenes y personajes mitológicos ligados a este ofidio. Estrechamente unido a Asclepio encontramos la figura de Ofiuco, “el portador de las serpientes”, quien desarrolló una gran habilidad en la medicina, de forma que se decía de él que podía resucitar a los muertos, motivo por el cual Hades se ofendió y pidió a Zeus que lo matara por alterar el orden natural de las cosas. Zeus así lo hizo, pero en su homenaje colocaron la constelación de Ofiuco en el cielo, eternamente rodeada por la Constelación de la Serpiente, como símbolo de la Vida renovada.

Cabe destacar la estrecha relación de este reptil con los cultos agrarios, de forma que encontramos a divinidades como Rea, Deméter y, posteriormente, Cibeles, para los romanos, representadas en carros tirados por serpientes.

Encontramos, de la misma manera, muchas imágenes en cerámica representando a Heracles (Hércules) en uno de sus doce trabajos venciendo a la Hidra de Lerna, un engendro acuático con forma de sierpe policéfala y hálito tóxico, que tenía el poder de regenerar dos cabezas por cada una que le fuera seccionada. La Hidra guardaba una de las entradas al Inframundo que se hallaba bajo las aguas.

En estos ejemplos vemos un aspecto de la serpiente más oscuro, ligada a lo que habita bajo las aguas primigenias, la muerte, el inframundo, el tránsito…

Y no podemos excusar la fabulosa imagen de la Gorgona, un monstruo femíneo cruel, e inhumano,  cuyo poder transmutaba en piedra a todo aquel que osase a mirarla, pero, a su vez, divinidad protectora en cultos pretéritos, motivo por el cual se representaba su rostro en los templos, armaduras, cráteras, etc. para atemorizar al enemigo y favorecer la protección. La Gorgona llevaba un cinturón de serpientes entrelazadas. Imagen que podemos ver cómo se repite en las diversas culturas y ritos primitivos.

En mitos postreros nacería la figura de Medusa, la única Gorgona mortal (de tres hermanas), quien tenía sierpes venenosas, en lugar de cabellos, como castigo por parte de la diosa Atenea.


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En la mitología nórdica encontramos a Jörmundgander, la Serpiente de Midgard, un monstruo gigantesco (y macho: en la mitología universal unos de los pocos seres malignos no representando la feminidad), hijo del dios Loki y la giganta Angrboda, que fue arrojado a las aguas por Odín, donde quedaría atrapado hasta el Ragnarok (el día de la destrucción total), pero la serpiente creció tanto que alcanzó a rodear todo el mundo de Midgard; llegando a morderse su propia cola, vista, igualmente, como una vara flexible gigante, como un ser poderosamente mágico. Su propio nombre etimológicamente significa “gran vara flexible”.

Podemos ver fácilmente la analogía de la serpiente con la vara, como el axis mundi (el eje del mundo), que une lo de arriba con lo de abajo, además de la estrecha relación con la imagen del Ouroboros. Y de nuevo ligada a las aguas esenciales y a todo lo que se oculta bajo ellas, como una puerta hacia el inframundo.


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En la tradición celta, encontramos que la serpiente estaba ligada a numerosos mitos y fue representada en cuantiosos monumentos megalíticos. En Irlanda encontramos, quizás, el máximo exponente en cruces (cruces de origen pre-cristiano) y monumentos, pues prácticamente se encuentra representada en todos ellos. De aquí parte una investigación sobre el antiguo culto a la serpiente, común en la mayoría de culturas como estamos viendo, pero que posteriormente sería completamente distorsionado por el cristianismo. En el caso de Irlanda, encontramos la leyenda de la erradicación de las serpientes por San Patricio, cuando, en realidad, el sentido no es que hubiera una plaga real de serpientes, sino que, hablando en sentido metafórico, es una alusión al culto pagano de adoración a la serpiente.

En la iconografía celta predominan las imágenes de espirales que, de igual manera, eluden a las serpientes. La imagen de la serpiente seguiría presente incluso dentro del cristianismo, como podemos ver por ejemplo en las varas de los sacerdotes de Cashel, donde la parte superior es una serpiente saliendo de una vagina, simbolizando una nueva vida; emulando a la vara de Moisés o Aarón.

En algunos monumentos se han encontrado imágenes de serpientes con doce marcas y orbes circundantes, mostrando una relación astronómica.

Dentro del mundo celta, la sabiduría de los Druidas fue transmitida de forma oral, pero hubo historiadores como Plinio el Viejo (23-79 d.C.), quien relató en su Historia Natural un supuesto ritual mágico con un huevo de serpiente. El huevo no era realmente de serpiente, pero el significado era el mismo, se lanzaba con silbidos y un caballero debía recogerlo antes de que tocase el suelo. Entonces el hidalgo debía huir rápidamente a caballo pues era perseguido por las serpientes, que se detendrían sólo ante el obstáculo de un río, donde el huevo flotaría. Aquí podemos ver la analogía del huevo cósmico, cubierto muchas veces con oro, como el germen principal de la Luz Universal, que se encuentra en las aguas primarias, que a su vez son el acceso a otros mundos y por este motivo las serpientes quieren preservarlo, persiguiendo al gentilhombre; visto, también, como un héroe civilizador.


En la Mitología Rusa, a través de su extenso folclore y no menos amplísimo abanico de cuentos populares, nos encontramos con una vastísima presencia de serpientes y/o dragones...


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En las culturas mesoamericanas, la Serpiente Emplumada (o Quetzalcóatl), fue una divinidad primigenia asociada inicialmente con el agua. Se remonta a los siglos XV-V a.C. y se le consideraba el dios principal a partir del cual se generarían los demás.

En el pueblo Mixteco explican que la serpiente ascendió al cielo y recibió de los dioses creadores las insignias que la identificarían dentro del panteón y después regresó a la Tierra para enseñar a los hombres las bases de la civilización.

En el templo maya o pirámide de Kukulcán, de Chichén Itzá, podemos ver una representación del descenso del Kukulcán, la Serpiente Emplumada, en los dos equinoccios del año, momento en los cuales al atardecer el sol proyecta una sombra que va dibujando el relieve de las serpientes hasta llegar a sus cabezas. Estos dos importantes días del año marcaban los ciclos de siembra y recolecta.

“Cuando el día y la noche son iguales, cuando el movimiento de traslación de la tierra entorno al sol produce un efecto de luz y sombra y suavemente comienzan a delinearse los siete triángulos de luz invertidos… desciende Kukulcán a la Tierra.”

Para los Incas la Serpiente era uno de los cuatro animales sagrados (Serpiente, Jaguar, Colibrí y Cóndor o Águila según la zona), no contemplados como un tótem personal, sino como animales tribales, los Ainy Karpais o “semillas arquetipales”, independientemente de los tótems personales que después tenga cada individuo. En este aspecto la enseñanza de la Serpiente o Sachamama es la transmutación, pues al buscar rocas afiladas para frotarse y así mudar la piel, nos muestra que el dejar atrás esa piel vieja puede resultar doloroso, pero necesario para continuar creciendo. Sachamama es la más instintiva y primaria de los cuatro animales, quien nos conecta con la Madre Tierra o Pachamama.


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Por último, en la iconografía cristiana, además de la imagen de la serpiente del Árbol del Paraíso, es frecuente la imagen de la Virgen con una serpiente bajo sus pies (aparte de la luna), simbolizando el pasaje del Génesis en el que el Señor le dice al reptil unas palabras, interpretadas posteriormente por los grandes exegetas y patriarcas de las iglesias como que sería María la única mujer capaz de pisarle la cabeza; venciendo así todo aquello maligno que ésta representaba.

"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar (talón)"

(Génesis 3:15)

Desde la Anunciación hasta la Cruz participa de ese «aplastar la cabeza de Satanás». Y la descendencia de María, que es Cristo y el talón (mordido por la serpiente) que son los hijos espirituales de María, aplastan la cabeza de la serpiente, o sea, la raíz del pecado: el orgullo. La raíz de la batalla es el pecado. María, tiene un poder eterno sobre el mal y vence su obra exterminadora, al haber nacido sin mancha  (Inmaculada Concepción) y en virtud de la futura redención de su Hijo, no poseyó nunca pecado original ni personal. O sea, Satanás, nunca tuvo poder sobre ella, ni en sus sentidos, ni espíritu, ni obras.

 

Simbolismo Esotérico de la Serpiente

Además de todo lo expuesto ya a nivel de culto, que en función de las creencias particulares y necesidades espirituales uno puede vincular o no a su camino o procesos en los que se encuentre, en general el sentido y uso esotérico actual más generalizado es el que iremos comentando a continuación.

Seguramente habrá muchas más correspondencias de diferentes sendas ocultistas o místicas que no mencionaré.

La serpiente, al ser un animal que habita en cuevas, antiguamente se creía que era conocedora de los secretos del inframundo, pero como también podía subir a los árboles, se asociaba también a la Ascensión del Alma, de forma que podemos trabajar con ella aspectos de Muerte y Resurrección, detalle también contemplado por el hecho de que muda la piel, tal como hemos comentado en el apartado anterior, mostrándonos la necesidad de desprendernos de lo viejo, por doloroso que sea, para continuar con nuestro crecimiento. En general representa la energía pura, la fuerza. Sus características y rasgos de reptar, mudar la piel, lengua amenazante, forma ondulante, emisión de silbidos y agresividad son fácilmente asociadas a todos los cultos y mitos anteriormente descritos.

La forma ondulante la ha hecho asociarse siempre con el agua, pero su vida en el desierto nos la muestra como un ser amenazante, como una fuerza destructora.

En definitiva, las serpientes simbolizan la seducción de la fuerza por la materia (como se puede contemplar en los mitos de Adán y Eva, Jasón y Medea, Hércules y Onfale, etc.), siendo una manifestación de los resultados de la involución, lo inferior sobre lo superior; por eso representa, del mismo modo, la personificación del mal, idea que podemos ligar también a la serpiente nórdica Jörmundgander.

Al igual, la serpiente está estrechamente ligada con el principio femenino, equiparando a Eva con una diosa arcaica fenicia del mundo subterráneo, personificada por la serpiente, alegoría que algunos autores identifican con Lillith (la primera "mujer" de Adán).

En ciertas culturas llegó a considerarse el más espiritual de los animales, que al desprenderse de su piel se desprendía igualmente de la vejez, pudiendo matar y curar; siendo por este motivo un símbolo y atributo de los poderes adversarios, positivo y negativo que rigen el Universo.

Dado que la serpiente aparece y desaparece y que cambia la piel en primavera, renaciendo después del frío del invierno, de nuevo nos da la analogía de la Muerte y Resurrección, asociado también con el espíritu de los muertos. También su uso en sanación hizo que se ligara su imagen a estos mismos procesos, como hemos visto en la vara de Asclepio, símbolo de la medicina, de la regeneración, el cambio, la renovación,... etc.

Es el símbolo inmortal del origen de la totalidad, como el Ouroboros egipcio, adoptado también por los pitagóricos y con posterioridad asimilado por la naciente Alquimia egipcia de aquel tiempo.

A nivel de evolución de consciencia, la serpiente simboliza la ascensión de la misma; es sinónimo de Conocimiento y Sabiduría. Cerrada en un círculo representa un símbolo solar, fuente de Vida y poder.

Por todo ello, representa la naturaleza cíclica, e inmutable, de las cosas (o Mito del Eterno Retorno), el origen y el final que se unen y difuminan el uno en el otro, de nuevo la idea de Muerte y Resurrección. La serpiente devorándose a sí misma expresa también la unidad de las cosas, de lo material y espiritual, con una parte clara y otra oscura, como el Ying y el Yang, mostrando siempre dos aspectos: activo y pasivo, afirmativo y negativo, constructivo y destructivo,... etc. Aspectos y características que ya hemos ido viendo en todas las mitologías.

En Yoga la serpiente Kundalini es una representación de la fuerza interior, es una serpiente enrollada sobre sí misma en forma de anillo (o Kundala), en la zona sacra de la columna. A través de prácticas como el Hatha Yoga la serpiente se despliega y se alza a través de los chakras hasta llegar a la región del tercer ojo (chakra Ajna o frontal de Shiva) y en ese momento la PERSONA recupera –según la tradición hindú- el sentido de la Eternidad. A nivel simbólico podemos verla también como una asociación del ascenso de la energía, de la ascensión de la fuerza desde una región dominada por el sexo hasta la dominada por la razón. El avance de la Kundalini a través de los seis chakras es, a la vez, una analogía al ascenso por las terrazas del zigurat o por los escalones de los siete metales del ritual de Mitra.

En la Cábala hebrea, la serpiente es la guardiana de los secretos y conocimientos y por eso está enroscada en el Árbol del Bien y del Mal.

Asimismo representa la fuerza del desarrollo de la PERSONA, ya que se sitúa en la parte más baja del individuo infiriendo en la ascensión a esferas más altas del ser hacia la divinidad. Ella puede abrir la puerta de la consciencia.

Unida al Árbol de la Vida, símbolo del principio masculino, la serpiente deviene de nuevo en principio femenino. El Rebis Alquímico, alegoría de la dualidad, la perfección,... el absoluto inalcanzable. El ser primario hermafrodita; pretérito al propio Adán. Puro espíritu, sin materia, y por ende asexual.

La serpiente también nos recuerda, a nivel totémico, nuestra conexión con el mundo, que estamos interconectados, formando parte de un COSMOS donde nosotros tenemos un espacio, un destino... Hay un gran potencial para nuevos comienzos, nuevas aperturas, renacimientos, progresos... Nos habla de que no estamos tan lejos de nuestros inicios para comprender por qué tenemos que cambiar nuestro propio mundo... Simboliza la transmutación, la exploración de los misterios de la vida, la energía y los conocimientos primigenios.

La serpiente tiene la Fuerza y la Sapiencia para aprender a utilizar la energía en nuestras Vidas. El mensaje es que debemos ser responsables de nuestras Vidas y de nuestros Actos, juzgando nuestras acciones para poder aprender de ellas de una forma justa y coherente.

A nivel simbólico, u onírico, la serpiente de siete cabezas está ligada a las siete direcciones del espacio, los siete días de la semana, los siete dioses planetarios,... etc. La serpiente de tres cabezas se refiere a los tres principios: activo, pasivo y neutro.

En Alquimia la serpiente alada representa el principio volátil; sin alas es el principio fijo y la serpiente crucificada es la fijación de lo volátil y la sublimación. Igualmente contemplaron la serpiente como “lo femenino en el hombre”, o su “esencia húmeda”, identificándolo con Mercurio, el dios andrógino, o como Shiva, quien tenía la capacidad tanto para el bien como para el mal. De igual manera se asoció a las dos serpientes de los gnósticos: Agathodaemon y Kakodaemon, emblema, asimismo, de esas dos polaridades.

En la Masonería la serpiente simboliza la Verdad y aquel que la mire (entendiendo la serpiente como portadora de la Verdad y el Conocimiento) sanará del mal de la ignorancia.

Y por último, en las tradiciones Chamánicas, además de toda la simbología totémica y arquetípica, la serpiente está ligada al concepto del "vuelo", del viaje a otros mundos, pues ella, como Serpiente Cósmica, representa la creación de la vida, ligada a las estructuras de ADN, las espirales, el Axis Mundi, etc. Existen muchas imágenes Chamánicas inspiradas dentro de esos “vuelos”, favorecidos por ayuno, trance y usos de psicotrópicos, que muestran muchas imágenes helicoidales que nos dan fe de que los antiguos chamanes alcanzaron a ver cómo se forma y estructura la Vida. Muchos remedios naturales surgieron a raíz de revelaciones en estos "vuelos".

En síntesis, para este tipo de culturas, La Serpiente es considerada a su vez “madre” de la Ayahuasca (del quechua, "cuerda muerta") y "abuela" del Tabasco, dos plantas que combinadas producen las visiones Chamánicas que han permitido acceder a información contrastada posteriormente a nivel científico de las propiedades de esas plantas y otras.

En un posterior estudio hablaremos sobre su representación alquímica como Dragón y su lucha a muerte con el caballero San Jorge (O Jorge de Capadocia), conocida como la "Leyenda de San Jorge y el Dragón". Este relato es el arquetipo de los cuentos de hadas de la Edad Media.
    


Santiago Peña


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