domingo, 17 de enero de 2016

ACERCA DEL SOLIPSISMO ANTROPOLÓGICO




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"Cogito ergo sum" (Pienso, luego existo)



René Descartes

Introducción 


¿Qué significa Solipsismo? Antes de nada definamos el término: del latín "[ego] solus ipse" (se puede expresar, de forma estimativa, como "solamente yo existo"), es la aseveración Metafísica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia de su propio pensamiento, y la realidad que figuradamente le envuelve, es inescrutable y puede, por una parte, no ser más que fragmentos de los estados especulativos del propio yo. De este modo, todas las cosas, animales, personas,... etc., que uno advierte serían, sencillamente, efluvios de su mente y, consecuentemente, el único objeto del que podría tener certeza al acto de existir de sí mismo. Por otra parte, todo lo que un sujeto presume que se haya en su torno puede que (para él) de verdad exista, pero todas las personas, menos él, pueden no ser conscientes de su propia existencia ni/o alma y estar intervenidas por Dios o por una representación divina.



Argumento


El Solipsismo se concibe como una hipótesis filosófica, en la que se reivindica que, la realidad externa, sólo es palpable a través del yo, ya que éste es la única realidad perceptible, asimismo la total dificultad de advertir una imparcial realidad, en el supuesto  que ésta fuese real, de modo sólido y estable.
Asimismo no se puede señalar que coexista únicamente un arquetipo de exégesis y discurso de Solipsismo, no obstante entre estas enunciaciones concurren áreas convergentes.

Este patrón de juicio, que bien ha podido estar vigente desde los inicios del discernimiento autorreflexivo humano, tan axiomático como embarazoso de rebatir, podría haberse expresado manifiestamente por vez primera como una diferenciación extrema del relativismo de los sofistas, siendo, éste, superado gracias a las nuevas teorías transcendentes (Diálogo) de Platón.

El Monólogo de Segismundo, de la tragedia filosófica "La vida es sueño" (estrenada en 1635), del insigne escritor barroco del Siglo de Oro Español, Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600 - Ídem, 25 de mayo de 1681), refleja, igualmente, el pensamiento Solipsista cuando el protagonista, Segismundo, encerrado desde que nació en una torre (una clara referencia a la "Alegoría de la Caverna", de Platón), se pregunta si es real el mundo que ve a través de la ventana y si esta vida, en realidad, no es más que un sueño. No obstante, y una vez más, el argumento principal es la anhelada Libertad del ser humano para poder conformar su existencia:

(...)

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

(Final del primer acto)

El Solipsismo alcanzará un nuevo impulso como una variedad distante (radical) del Subjetivismo cartesiano, con su hipótesis del genio maligno, desarrollado en su obra "Meditaciones metafísicas" (1641).

Opiniones análogas al Solipsismo se hayan vigentes en rasgos significativos de la Filosofía Oriental. El Taoísmo y diferentes apreciaciones del Budismo, primordialmente el Zen, ilustran que perfilar una diferenciación entre el yo y el Cosmos es un contrasentido; es improcedente y es, sencillamente, un artificio del enunciado, en vez de una existencia real inseparable. Empero, dichas corrientes filosóficas podrían manifestarse como antitéticas al Solipsismo (antropológico), pues inquieren, más bien, una invalidación del yo. La creación no es, pues, un sueño mío sino que yo soy un ensueño de la creación. Según el Hinduismo, en su vertiente vedanta-advaita, lo enunciará como Brahman: el increado, lo absoluto, lo grande, conciencia, “eso”, la no-dualidad de las cosas, expansión en un Todo único; también se le menciona como la suma de todo lo existente, de “lo que fue, lo que es y lo que será”… Esta doctrina filosófico-religiosa sitúa este Universo, en el que transitamos, como uno de los infinitos Atmans (respiraciones) de esta innombrable divinidad. Y el Big Bang (“origen de nuestro universo”), como uno de los incontables “despertares” de la misma: en verdad no existimos; somos el ensueño del Ser (Solipsismo Cósmico).



Refutaciones


La réplica conocida al Solipsismo es que la persona, en un momento dado de su existencia, fenece. En cambio, no has fenecido, y efectivamente no lo has impugnado. Esta refutación es, asimismo, endeble al juicio de que uno no puede expresar si la percepción perdura al trance o no; pues, la suposición no queda rebatida porque cualquier otro sería capaz de, igualmente, juzgar que existe, hasta, aun, más allá de la defunción. La expiración, o algún otro matando a la persona, asimismo, pueden ser advertidos como efectos de un espejismo; podrían no haber, en modo alguno, existido; y de idéntica forma, cuando un Solipsista se halla en la circunstancia de que le van a asesinar eso sería fruto de su ensueño o ilusión.
 
Otra refutación gravita en que la propia existencia origina sufrimiento. ¿Por qué originaríamos sufrimiento para nosotros mismos? Una réplica a esto es que puede haber algún juicio que hemos resuelto relegar expresamente, tal como se enseña en la Ley del Karma, o un deseo de no hastiarse. Otra contestación, es que el concepto puro de sufrimiento es una apreciación restringida que se produce en estructuras socioculturales de cualidad superior; que no tienen por qué ser forzosa y generalmente admitidos. Una estructura de cualidades superiores solipsista puede no dar la razón al sufrimiento, o el supuesto suceso del fenecimiento particular, como existentes.

Otra impugnación deriva que el solipsista pragmático requiere un enunciado para prescribir sus reflexiones sobre el Solipsismo, y un enunciado es un instrumento cardinal para interaccionar con otras inteligencias. ¿Por qué precisa el mundo del solipsista una forma de expresión? Las réplicas viables son análogas a la postrera refutación; es decir, para impedir entrar en el tedio, el solipsista, acaso, imagina otros pensamientos, que alcanzarían, ciertamente, a ser, sin más, componentes de su propio pensamiento, de las que ha determinado "extraviar" el propio control a lo largo del periodo en que sucede, y ha dispuesto que las expresadas personas ficticias le ilustren en un lenguaje para poder accionar recíprocamente con estos fragmentos más lejanos, e incomunicados, de su (propio) pensamiento.

En síntesis: Casi todas las refutaciones pueden gestarse invocando a la libre elección del solipsista.



Materia


El mundo del solipsista puede llegar a escindirse en dos porciones: la porción gobernada por su percepción consciente y la porción gobernada por su percepción inconsciente. Hallará que la porción inconsciente de su mundo se comporta con la misma dificultad que lo haría si fuese exterior. En esencia: sin formar porción de él mismo en absoluto (presentando las cosas tal como son). La diferenciación entre el mundo realista y el mundo inconsciente se desvanece cuando se advierte que exterior e inconsciente son, sencillamente, dos vocablos disparejos esgrimidos para referir idénticos sucesos que acaecen allende del gobierno consciente.
De esta forma, suponer que el mundo exterior sea la potencia intelectual fuera de su voluntad de uno sólo es una diferenciación semántica. No se diferencia si uno reclama su propio cuerpo y el mundo exterior alcanza toda la realidad, o reclama su potencia intelectual consciente y su potencia intelectual fuera de su voluntad entiende su yo como un todo. La pretensión de que sólo uno mismo existe es una pragmática; uno mismo es el mundo entero (Pampsiquismo).



En el mundo de Sofía


Todas las vivencias del individuo son decididamente reservadas e inexpresables. Lo que yo advierto, y experimento, no puede ser participado, en modo alguno, por ningún otro. No hay condición de saber si las impresiones, y vivencias, de otras personas son como las de uno mismo. Lo único que alcanzo a explicar, con seguridad, es que yo existo. Todo se delimita a mis vivencias. En la base, yo es todo. Lo que se concibe por el conjunto de todas las cosas exteriores solo son sensaciones intrínsecas de un yo. No es posible salir del círculo del yo.



En los orbes literarios y cinematográficos


La cuestión de la Solipsis ha sido estudiada y esgrimida por diversos novelistas de la centuria pasada. Varios de ellos pertenecientes al género literario de la Ciencia-Ficción; así, por ejemplo, Stanisław Lem ("Solaris", "Congreso de Futurología" y "Diarios de las estrellas", novelas estas dos últimas en la que se inspirará el film The "Matrix", de los hermanos Wachowski, 1999); Jean-Pierre Andrevon ("Mundo desierto"), Philip K. Dick ("La hormiga eléctrica") o Greg Egan ("Ciudad Permutación") harán un uso más o menos directo y repetitivo de la cuestión en algunos de sus trabajos.
El significado del Solipsismo es, de la misma manera, muy estudiado por la escritora Ursula K. LeGuin en su obra "En torno al Paraíso" (1971) cuya trama principal es el de qué pasaría si una persona pudiera manipular la realidad arbitrariamente; de forma análoga a la ulteriormente ofertada por Domingo Santos en su ficción "Hacedor de mundos"(1986), contenido abordado, igualmente, en la película "El efecto mariposa" (2004).

El relato cinematográfico (en varias partes) de "Matrix", mencionado con anterioridad, se nutre, de la misma manera, de las ideas Solipsistas, pues en él se relata un mundo efectivo únicamente en la mente de su protagonista, que, al descubrirse el manto del artificio cerebral, raudo revelará su genuina realidad.

En la cinta "Mr. Nobody" todas las existencias transitadas están erigidas por el propio protagonista; fundamentándose en los cambios que habrían acaecido tomando diferentes decisiones a lo largo de su existencia. De esta manera, al ser su trayectoria vital una evocación imaginada, el espectador no conoce cualquiera de las facetas impropias a la existencia del personaje principal.
Otros filmes que esgrimen ideas que se pueden catalogar de solipsistas son: "Desafío Total"(1990), "Dark City"(1998) y "Origen"(2010).



Concluyendo

Por todo ello, el Solipsismo no se puede dar en la PERSONA, sino más bien en una única identidad superior, llamada Conciencia Cósmica, Ser, Multiverso (infinidad de Universos paralelos), Brahman,... o como se le quiera enunciar.

El ser humano se caracteriza, desde el inicio, como persona. Y la persona es una categoría Ética y Espiritual que se contrapone a la condición de individuo, que no es más que un subproducto sociológico y, por ascendencia, de la propia naturaleza.

La indudable necesidad, y el verdadero destino de la persona, es la Libertad sobrenatural surgida,  como su sacrosanta fuente, del celestial misterio cósmico.

"Sum ergo cogito" (Existo, luego pienso)

Nikolái Berdiáyev



Santiago Peña



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