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Preámbulo
Este pequeño estudio pretende ser una guía-resumen del "valor" de las serpientes a lo largo
de todo el devenir histórico del género humano. No está todo sobre lo que se
podría dilucidar, ni cada contenido está ampliamente desarrollado. Es
destacable que, desde una visión sociológica, es una criatura paradigmáticamente
dual y que, por lo demás, encontramos que mora en casi todos los ecosistemas de
nuestra maltratada Madre Tierra.
Sobre su realidad física; su forma de vida,
o naturaleza, no creo obligatorio hacer una explicación autónoma sobre su acontecer
vital y hábitos.
Mitos a lo largo de la Historia
Desde sus inicios, la sierpe, ha estado indefectiblemente
unida a los períodos de la naturaleza.
Para que nos hagamos una idea de la importancia que ostenta, dentro de la
llamada Mitología Universal, hay
catalogadas, como mínimo, una treintena de Serpientes
Mitológicas. El hecho de que concibiera un hoyo para poner huevos dentro de
la tierra se relacionó con la idea original del "Huevo Cósmico" (el
gran huevo, como representación del globo terráqueo) y la vagina de la mujer, correspondiéndose
con los cultos telúricos y ligada a la idea de fecundidad femínea.
Una de las formas más antiguas la hallamos
en Mesopotamia, en el Vaso de
Gudea, enseña del (de la) dios(a) sumerio(a) Ningizzida (o Gizzida),
dios(a) de la vegetación y de las plantas medicinales, conocido(a) también como
“El (La) Señor(a) del Árbol de la Vida”
que ulteriormente pasaría a ser el (la) dios(a) de la magia y de la sanación.
Se le(a) encarnó a veces como una serpiente con cabeza antropomorfa, o como dos
serpientes gemelas apareándose,
simbolizando la unión creadora.
Con posterioridad, en la Mitología Babilónica, Tiamat (la
serpiente que duerme a la espera), personaje principal en el poema épico Enûma
Elis ("Cuando en lo alto"),
es un monstruo/serpiente. Representa las aguas primordiales, la feminidad,
el Caos, es la Primera Madre (por proyección: Origen
de la Vida) y es la oscuridad. A
lo largo de la narración, del Enûma Elis, mantiene una lucha (combate
cósmico) con Marduk, dios principal
del panteón babilónico; a su vez representado por la Luz y el Orden. Al final,
como ya es conocido, el Orden (Marduk) vencerá al Caos (Tiamat). El
origen, y constitución, del Universo se materializó.
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En el Antiguo
Egipto, la sierpe, tuvo un importante papel dual, como benigna y, a la
vez, como maligna. Esta doble condición es algo que nos topamos en un destacado
número de culturas, debido al beneficio, de las mismas, como depredadoras en
los campos de labranza (limpiándolos de roedores y pequeñas alimañas);
ligándose, así, a la pareja circunstancia de fertilidad, y como elemento de la
naturaleza peligroso y, en muchos casos, mortal. Podía definirse, según las circunstancias,
como una entidad protectora o como un demonio del inframundo.
El dios serpiente Apep (o Apofis, en
griego) fue considerado como el Caos,
las fuerzas maléficas que habitaban en el Duat
(el inframundo), contrario a Maat
(el Orden Cósmico). Apep era representada como una
serpiente gigantesca, e indestructible, que trataba de romper el recorrido
nocturno de la barca solar de Ra,
para evitar que surgiera un nuevo día. Para los antiguos egipcios era
irremediable que existiera el mal para que el bien fuera factible.
Durante el reinado de Ramsés II hay constancia escrita de un ritual mágico ligado a Apep. Durante las fiestas lunares y
procesiones religiosas se sometía a este extraordinario réptil a diversas
torturas, representando así el triunfo de Maat
sobre el caos, pero nunca matándolo, pues era necesario "mantenerlo vivo" para obtener el
equilibrio del Universo.
En cambio, la cobra tenía un papel diametralmente
diferente: el Uraeus, encarnación de
la diosa Uadyet (Señora del Cielo), representaba
el ardor del sol, la flama ígnea y era una alegoría de resurrección, el poderío
del desarrollo, la abundancia de la tierra y de las aguas. Los faraones eran
los impares portadores del Uraeus
como símbolo preservador y específico de su divinidad.
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En la India, los primitivos cultos
tántricos drávidos, adoraban el Nagakkals,
una estela pétrea, en la que se sustituía el lingam (falo) por
dos sierpes unidas sexualmente; que simbolizaban la fertilidad. También se situaban
como fetiches bajo las higueras, que era el árbol sagrado masculino. Esta
imagen nos recuerda, a su vez, a los cardinales canales energéticos que
recorren los chakras, por donde
subiría la energía Kundalini, encarnada,
justamente, por una serpiente.
En el culto Védico
(precursor del Hinduismo), Vritrá
es un asura (ser maligno) con forma de serpiente, o dragón, encarnación
de la sequedad y contrario del dios Indra. En
los textos Vedas, del
mismo modo, era conocido como Aji ("sierpe").
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En la historia bíblica del Génesis,
hallamos que el simbolismo de la serpiente, todo y ser nocivo y vinculado con la
maldad, nos señala que, la misma, estaba plenamente asociada al "Árbol
de la Ciencia del Bien y del Mal". La condena por enfrentarse a
los designios de Yahvé ofreciendo el
fruto prohibido (que en realidad era el despertar del conocimiento para la humanidad),
fue que se impulsará sobre su abdomen como algo perverso y deleznable. De esta guisa
perdurará adormecida en la parte más inferior de los instintos humanos hasta
que llegase el instante de despertarla para volver a ascender (una vez más) por
el árbol del conocimiento del bien y del
mal.
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En el periodo helenístico, del culto a la sierpe
surgieron, también, dos símbolos muy significativos: El caduceo de Hermes (Mercurio), dios griego de los mercaderes y mensajero de los dioses,
y la vara de Asclepio (Esculapio), dios griego de la medicina.
En ambos casos la vara podría simbolizar el báculo,
pero hay diversidad de opiniones sobre si a su vez puede representar un símbolo
fálico o el mismo árbol de la vida y/o de la ciencia, antes citado, sobre el
cual ascienden las serpientes.
Pero independientemente del simbolismo del báculo, las
serpientes en el Caduceo de Hermes
representan la neutralidad; la pacificación entre los opuestos.
Hermes,
como mensajero de los dioses, llevaba una insignia, una vara o kêrukeion que lo distinguía como
a los mensajeros y diplomáticos. Posteriormente, en época romana, se le
añadirían las dos alas.
En la Vara de
Asclepio este réptil está asociado tanto a la muerte como a la medicina,
por lo tanto a la salud y la vida, pero también a los ciclos de Muerte y Resurrección.
En honor de Asclepio,
se utilizaba en rituales de sanación un tipo de serpiente no venenosa (las Serpientes Esculapias), que se dejaban
arrastrarse libremente por la estancia donde se reponía el enfermo.
Cada vez que se erigía un nuevo templo a Asclepio también se las dejaban libres
dentro del recinto.
Una imagen paralela al caduceo la encontramos en relieves
cartagineses de la diosa Tanit,
esposa del dios Baal, asociada a la
luna y a la fertilidad, representada con una rama de olivo con dos serpientes,
que a su vez podían estar simbolizando los ciclos lunares.
Antiguamente las sierpes se llegaron a domesticar para
cuidar los silos de grano, antes de que en Egipto
se domesticara a los gatos y se exportaran al resto de Europa.
Pero regresando al exponente griego encontramos
múltiples imágenes y personajes mitológicos ligados a este ofidio. Estrechamente
unido a Asclepio encontramos la
figura de Ofiuco, “el portador de las serpientes”, quien
desarrolló una gran habilidad en la medicina, de forma que se decía de él que
podía resucitar a los muertos, motivo por el cual Hades se ofendió y pidió a Zeus
que lo matara por alterar el orden natural de las cosas. Zeus así lo hizo, pero en su homenaje colocaron la constelación de Ofiuco en el cielo, eternamente rodeada
por la Constelación de la Serpiente,
como símbolo de la Vida renovada.
Cabe destacar la estrecha relación de este reptil con
los cultos agrarios, de forma que encontramos a divinidades como Rea, Deméter y, posteriormente, Cibeles,
para los romanos, representadas en carros tirados por serpientes.
Encontramos, de la misma manera, muchas imágenes en
cerámica representando a Heracles (Hércules) en uno de sus doce trabajos
venciendo a la Hidra de Lerna, un
engendro acuático con forma de sierpe policéfala y hálito tóxico, que tenía el
poder de regenerar dos cabezas por cada una que le fuera seccionada. La Hidra guardaba una de las entradas al
Inframundo que se hallaba bajo las aguas.
En estos ejemplos vemos un aspecto de la serpiente más
oscuro, ligada a lo que habita bajo las aguas primigenias, la muerte, el
inframundo, el tránsito…
Y no podemos excusar la fabulosa imagen de la Gorgona, un monstruo femíneo cruel, e
inhumano, cuyo poder transmutaba en
piedra a todo aquel que osase a mirarla, pero, a su vez, divinidad protectora
en cultos pretéritos, motivo por el cual se representaba su rostro en los
templos, armaduras, cráteras, etc. para atemorizar al enemigo y favorecer la
protección. La Gorgona llevaba un
cinturón de serpientes entrelazadas. Imagen que podemos ver cómo se repite en
las diversas culturas y ritos primitivos.
En mitos postreros nacería la figura de Medusa, la única Gorgona mortal (de tres hermanas), quien tenía sierpes venenosas,
en lugar de cabellos, como castigo por parte de la diosa Atenea.
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En la mitología nórdica
encontramos a Jörmundgander,
la Serpiente de Midgard, un monstruo
gigantesco (y macho: en la mitología universal unos de los pocos seres malignos
no representando la feminidad), hijo del dios Loki y la giganta Angrboda,
que fue arrojado a las aguas por Odín,
donde quedaría atrapado hasta el Ragnarok
(el día de la destrucción total), pero la serpiente creció tanto que alcanzó a
rodear todo el mundo de Midgard;
llegando a morderse su propia cola, vista, igualmente, como una vara flexible gigante,
como un ser poderosamente mágico. Su propio nombre etimológicamente significa “gran vara flexible”.
Podemos ver fácilmente la analogía de la serpiente con
la vara, como el axis mundi (el eje
del mundo), que une lo de arriba con lo de abajo, además de la estrecha
relación con la imagen del Ouroboros.
Y de nuevo ligada a las aguas esenciales y a todo lo que se oculta bajo ellas,
como una puerta hacia el inframundo.
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En la tradición celta, encontramos que la
serpiente estaba ligada a numerosos mitos y fue representada en cuantiosos
monumentos megalíticos. En Irlanda encontramos, quizás, el máximo exponente en
cruces (cruces de origen pre-cristiano) y monumentos, pues prácticamente se
encuentra representada en todos ellos. De aquí parte una investigación sobre el
antiguo culto a la serpiente, común en la mayoría de culturas como estamos
viendo, pero que posteriormente sería completamente distorsionado por el
cristianismo. En el caso de Irlanda,
encontramos la leyenda de la erradicación de las serpientes por San Patricio, cuando, en realidad, el
sentido no es que hubiera una plaga real de serpientes, sino que, hablando en
sentido metafórico, es una alusión al culto pagano de adoración a la serpiente.
En la iconografía celta predominan las imágenes de
espirales que, de igual manera, eluden a las serpientes. La imagen de la
serpiente seguiría presente incluso dentro del cristianismo, como podemos ver
por ejemplo en las varas de los sacerdotes de Cashel, donde la parte superior es una serpiente saliendo de una
vagina, simbolizando una nueva vida; emulando a la vara de Moisés o Aarón.
En algunos monumentos se han encontrado imágenes de
serpientes con doce marcas y orbes circundantes, mostrando una relación
astronómica.
Dentro del mundo celta, la sabiduría de los Druidas
fue transmitida de forma oral, pero hubo historiadores como Plinio el Viejo (23-79 d.C.), quien
relató en su Historia Natural
un supuesto ritual mágico con un huevo
de serpiente. El huevo no era realmente de serpiente, pero el significado
era el mismo, se lanzaba con silbidos y un caballero debía recogerlo antes de
que tocase el suelo. Entonces el hidalgo debía huir rápidamente a caballo pues
era perseguido por las serpientes, que se detendrían sólo ante el obstáculo de
un río, donde el huevo flotaría. Aquí podemos ver la analogía del huevo cósmico, cubierto muchas veces
con oro, como el germen principal de la Luz
Universal, que se encuentra en las aguas primarias, que a su vez son el
acceso a otros mundos y por este motivo las serpientes quieren preservarlo,
persiguiendo al gentilhombre; visto, también, como un héroe civilizador.
En la Mitología
Rusa, a través de su extenso folclore y no menos amplísimo abanico de
cuentos populares, nos encontramos con una vastísima presencia de serpientes y/o
dragones...
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En las culturas mesoamericanas, la Serpiente Emplumada (o Quetzalcóatl), fue una divinidad
primigenia asociada inicialmente con el agua. Se remonta a los siglos XV-V a.C.
y se le consideraba el dios principal a partir del cual se generarían los
demás.
En el pueblo Mixteco
explican que la serpiente ascendió al cielo y recibió de los dioses creadores
las insignias que la identificarían dentro del panteón y después regresó a la Tierra para enseñar a los hombres las
bases de la civilización.
En el templo maya o pirámide de Kukulcán, de Chichén Itzá, podemos ver una representación del descenso del Kukulcán, la Serpiente Emplumada, en los dos
equinoccios del año, momento en los cuales al atardecer el sol proyecta una
sombra que va dibujando el relieve de las serpientes hasta llegar a sus
cabezas. Estos dos importantes días del año marcaban los ciclos de siembra y
recolecta.
“Cuando el día y la noche son iguales, cuando el
movimiento de traslación de la tierra entorno al sol produce un efecto de luz y
sombra y suavemente comienzan a delinearse los siete triángulos de luz
invertidos… desciende Kukulcán a la Tierra.”
Para los Incas la Serpiente era uno de los
cuatro animales sagrados (Serpiente,
Jaguar, Colibrí y Cóndor o Águila según la zona), no contemplados
como un tótem personal, sino como animales tribales, los Ainy Karpais o “semillas
arquetipales”, independientemente de los tótems personales que después
tenga cada individuo. En este aspecto la enseñanza de la Serpiente o Sachamama
es la transmutación, pues al buscar rocas afiladas para frotarse y así mudar la
piel, nos muestra que el dejar atrás esa piel vieja puede resultar doloroso,
pero necesario para continuar creciendo. Sachamama
es la más instintiva y primaria de los cuatro animales, quien nos conecta con
la Madre Tierra o Pachamama.
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Por último, en la iconografía cristiana, además
de la imagen de la serpiente del Árbol
del Paraíso, es frecuente la imagen de la Virgen con una serpiente bajo sus pies (aparte de la luna),
simbolizando el pasaje del Génesis
en el que el Señor le dice al reptil
unas palabras, interpretadas posteriormente por los grandes exegetas y
patriarcas de las iglesias como que sería María
la única mujer capaz de pisarle la cabeza; venciendo así todo aquello maligno
que ésta representaba.
"Y
pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar (talón)"
(Génesis
3:15)
Desde la Anunciación hasta la Cruz participa de ese «aplastar la cabeza de Satanás». Y la
descendencia de María, que es Cristo y el talón (mordido por la serpiente) que
son los hijos espirituales de María, aplastan la cabeza de la serpiente, o sea,
la raíz del pecado: el orgullo. La raíz de la batalla es el pecado. María,
tiene un poder eterno sobre el mal y vence su obra exterminadora, al haber
nacido sin mancha (Inmaculada Concepción)
y en virtud de la futura redención de su Hijo, no poseyó nunca pecado original
ni personal. O sea, Satanás, nunca tuvo poder sobre ella, ni en sus sentidos,
ni espíritu, ni obras.
Simbolismo Esotérico de la Serpiente
Además de todo lo expuesto ya a nivel de culto, que en
función de las creencias particulares y necesidades espirituales uno puede
vincular o no a su camino o procesos en los que se encuentre, en general el
sentido y uso esotérico actual más generalizado es el que iremos comentando a
continuación.
Seguramente habrá muchas más correspondencias de
diferentes sendas ocultistas o místicas que no mencionaré.
La serpiente, al ser un animal que habita en cuevas,
antiguamente se creía que era conocedora de los secretos del inframundo,
pero como también podía subir a los árboles, se asociaba también a la Ascensión del Alma, de forma que
podemos trabajar con ella aspectos de Muerte y Resurrección, detalle
también contemplado por el hecho de que muda la piel, tal como hemos comentado
en el apartado anterior, mostrándonos la necesidad de desprendernos de lo
viejo, por doloroso que sea, para continuar con nuestro crecimiento. En general
representa la energía pura, la fuerza. Sus características y rasgos de reptar,
mudar la piel, lengua amenazante, forma ondulante, emisión de silbidos y
agresividad son fácilmente asociadas a todos los cultos y mitos anteriormente
descritos.
La forma ondulante la ha hecho asociarse siempre con
el agua, pero su vida en el desierto nos la muestra como un ser
amenazante, como una fuerza destructora.
En definitiva, las serpientes simbolizan la seducción
de la fuerza por la materia (como se puede contemplar en los mitos de Adán y Eva, Jasón y Medea, Hércules y Onfale,
etc.), siendo una manifestación de los resultados de la involución, lo inferior
sobre lo superior; por eso representa, del mismo modo, la personificación del
mal, idea que podemos ligar también a la serpiente nórdica Jörmundgander.
Al igual, la serpiente está estrechamente ligada con
el principio femenino, equiparando a Eva con una diosa arcaica fenicia del mundo subterráneo,
personificada por la serpiente, alegoría que algunos autores identifican con Lillith (la primera "mujer" de Adán).
En ciertas culturas llegó a considerarse el más espiritual
de los animales, que al desprenderse de su piel se desprendía igualmente de la
vejez, pudiendo matar y curar; siendo por este motivo un símbolo y atributo de
los poderes adversarios, positivo y negativo que rigen el Universo.
Dado que la serpiente aparece y desaparece y que
cambia la piel en primavera, renaciendo después del frío del invierno, de nuevo
nos da la analogía de la Muerte y Resurrección, asociado también con el espíritu de los
muertos. También su uso en sanación hizo que se ligara su imagen a estos
mismos procesos, como hemos visto en la vara de Asclepio, símbolo de la medicina, de la regeneración, el cambio, la
renovación,... etc.
Es el símbolo inmortal del origen de la totalidad,
como el Ouroboros egipcio, adoptado también por los pitagóricos y con posterioridad asimilado por la naciente Alquimia egipcia de aquel tiempo.
A nivel de evolución de consciencia, la serpiente
simboliza la ascensión de la misma; es sinónimo de Conocimiento y Sabiduría.
Cerrada en un círculo representa un símbolo solar, fuente de Vida y poder.
Por todo ello, representa la naturaleza cíclica, e
inmutable, de las cosas (o Mito del Eterno
Retorno), el origen y el final que se unen y difuminan el uno en el otro,
de nuevo la idea de Muerte y Resurrección. La serpiente devorándose
a sí misma expresa también la unidad de las cosas, de lo material y espiritual,
con una parte clara y otra oscura, como el Ying
y el Yang, mostrando siempre dos
aspectos: activo y pasivo, afirmativo y negativo, constructivo y destructivo,...
etc. Aspectos y características que ya hemos ido viendo en todas las mitologías.
En Yoga la
serpiente Kundalini es una representación de la fuerza interior, es una
serpiente enrollada sobre sí misma en forma de anillo (o Kundala), en la
zona sacra de la columna. A través de prácticas como el Hatha Yoga la serpiente se despliega y se alza a través de
los chakras hasta llegar a la región
del tercer ojo (chakra Ajna o frontal de Shiva)
y en ese momento la PERSONA recupera
–según la tradición hindú- el sentido de la Eternidad. A nivel simbólico podemos verla también como una
asociación del ascenso de la energía, de la ascensión de la fuerza desde una
región dominada por el sexo hasta la dominada por la razón. El avance de la Kundalini a través de los seis chakras es, a la vez, una analogía al
ascenso por las terrazas del zigurat o por los escalones de los siete metales
del ritual de Mitra.
En la Cábala hebrea, la serpiente es la guardiana de los secretos y
conocimientos y por eso está enroscada en el Árbol del Bien y del Mal.
Asimismo representa la fuerza del desarrollo de la PERSONA, ya que se sitúa en la parte
más baja del individuo infiriendo en la ascensión a esferas más altas del ser
hacia la divinidad. Ella puede abrir la puerta de la consciencia.
Unida al Árbol de la Vida, símbolo del principio
masculino, la serpiente deviene de nuevo en principio femenino. El Rebis
Alquímico, alegoría de la dualidad, la
perfección,... el absoluto inalcanzable. El ser primario hermafrodita;
pretérito al propio Adán. Puro
espíritu, sin materia, y por ende asexual.
La serpiente también nos recuerda, a nivel
totémico, nuestra conexión con el mundo, que estamos interconectados,
formando parte de un COSMOS donde nosotros tenemos un espacio, un destino...
Hay un gran potencial para nuevos comienzos, nuevas aperturas, renacimientos,
progresos... Nos habla de que no estamos tan lejos de nuestros inicios para
comprender por qué tenemos que cambiar nuestro propio mundo... Simboliza la
transmutación, la exploración de los misterios de la vida, la energía y los conocimientos
primigenios.
La serpiente tiene la Fuerza y la Sapiencia
para aprender a utilizar la energía en nuestras Vidas. El mensaje es que debemos ser responsables de nuestras Vidas y de nuestros Actos, juzgando nuestras acciones para
poder aprender de ellas de una forma justa y coherente.
A nivel simbólico, u onírico, la serpiente de
siete cabezas está ligada a las siete direcciones del espacio, los siete días
de la semana, los siete dioses planetarios,... etc. La serpiente de tres
cabezas se refiere a los tres principios: activo,
pasivo y neutro.
En Alquimia la serpiente alada representa el
principio volátil; sin alas es el principio fijo y la serpiente crucificada es
la fijación de lo volátil y la sublimación. Igualmente contemplaron la
serpiente como “lo femenino en el hombre”,
o su “esencia húmeda”,
identificándolo con Mercurio, el
dios andrógino, o como Shiva, quien
tenía la capacidad tanto para el bien como para el mal. De igual manera se
asoció a las dos serpientes de los gnósticos: Agathodaemon y Kakodaemon,
emblema, asimismo, de esas dos polaridades.
En la Masonería la serpiente simboliza la Verdad y aquel que la mire (entendiendo
la serpiente como portadora de la Verdad
y el Conocimiento) sanará del mal de
la ignorancia.
Y por último, en las tradiciones Chamánicas,
además de toda la simbología totémica y arquetípica, la serpiente está ligada
al concepto del "vuelo", del viaje a otros
mundos, pues ella, como Serpiente
Cósmica, representa la creación de la vida, ligada a las estructuras de
ADN, las espirales, el Axis Mundi,
etc. Existen muchas imágenes Chamánicas
inspiradas dentro de esos “vuelos”, favorecidos por ayuno,
trance y usos de psicotrópicos, que muestran muchas imágenes helicoidales que
nos dan fe de que los antiguos chamanes alcanzaron a ver cómo se forma y
estructura la Vida. Muchos remedios
naturales surgieron a raíz de revelaciones en estos "vuelos".
En síntesis, para este tipo de culturas, La Serpiente
es considerada a su vez “madre” de la
Ayahuasca (del quechua, "cuerda muerta")
y "abuela" del Tabasco, dos plantas que combinadas
producen las visiones Chamánicas que
han permitido acceder a información contrastada posteriormente a nivel
científico de las propiedades de esas plantas y otras.
En un posterior estudio hablaremos sobre su representación
alquímica como Dragón y su lucha a muerte con el caballero San Jorge (O Jorge
de Capadocia), conocida como la "Leyenda de San Jorge y el Dragón". Este
relato es el arquetipo de los cuentos de hadas de la Edad Media.
Santiago Peña
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