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"Cogito ergo sum" (Pienso, luego existo)
René Descartes
Introducción
¿Qué significa Solipsismo? Antes de nada
definamos el término: del latín "[ego] solus ipse"
(se puede expresar, de forma estimativa, como "solamente yo existo"), es la aseveración Metafísica de que lo único de lo que
uno puede estar seguro es de la existencia de su propio pensamiento, y la realidad que figuradamente le envuelve,
es inescrutable y puede, por una parte, no ser más que fragmentos de los
estados especulativos del propio yo. De este modo, todas
las cosas, animales, personas,... etc., que uno advierte
serían, sencillamente, efluvios de su mente y, consecuentemente, el único objeto
del que podría tener certeza al acto de existir de sí mismo. Por otra parte,
todo lo que un sujeto presume que se haya en su torno puede que (para él) de
verdad exista, pero todas las personas, menos él, pueden no ser
conscientes de su propia existencia ni/o alma y estar intervenidas por Dios o por
una representación divina.
Argumento
El Solipsismo
se concibe como una hipótesis filosófica, en la que se reivindica que, la realidad
externa, sólo es palpable a través del yo,
ya que éste es la única realidad perceptible, asimismo la total dificultad de advertir
una imparcial realidad, en el supuesto que ésta fuese real, de modo sólido y estable.
Asimismo no se puede señalar que coexista únicamente
un arquetipo de exégesis y discurso de Solipsismo,
no obstante entre estas enunciaciones concurren áreas convergentes.
Este patrón de juicio, que bien ha podido
estar vigente desde los inicios del discernimiento autorreflexivo humano, tan axiomático
como embarazoso de rebatir, podría haberse expresado manifiestamente por vez primera
como una diferenciación extrema del relativismo de los sofistas, siendo, éste,
superado gracias a las nuevas teorías transcendentes (Diálogo) de Platón.
El Monólogo de Segismundo, de la
tragedia filosófica "La vida es
sueño" (estrenada en 1635), del insigne escritor barroco del Siglo de
Oro Español, Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600 - Ídem, 25 de mayo de 1681), refleja, igualmente, el pensamiento Solipsista
cuando el protagonista, Segismundo, encerrado desde que nació en una torre (una
clara referencia a la "Alegoría de la Caverna", de Platón), se pregunta si es real el
mundo que ve a través de la ventana y si esta vida, en realidad, no es más que
un sueño. No obstante, y una vez más, el
argumento principal es la anhelada Libertad
del ser humano para poder conformar su existencia:
(...)
¿Qué es la
vida? Un frenesí.
¿Qué es la
vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
(Final del primer acto)
El Solipsismo
alcanzará un nuevo impulso como una variedad distante (radical) del Subjetivismo cartesiano, con su hipótesis del genio maligno, desarrollado
en su obra "Meditaciones
metafísicas" (1641).
Opiniones análogas al Solipsismo se hayan vigentes en rasgos significativos de la Filosofía Oriental. El Taoísmo y diferentes apreciaciones del Budismo, primordialmente el Zen, ilustran que perfilar una diferenciación
entre el yo y el Cosmos
es un contrasentido; es improcedente y es, sencillamente, un artificio
del enunciado, en vez de una existencia real inseparable. Empero, dichas corrientes
filosóficas podrían manifestarse como antitéticas al Solipsismo (antropológico), pues inquieren, más bien, una invalidación
del yo.
La creación no es, pues, un sueño mío sino que yo soy un ensueño de la creación.
Según el Hinduismo, en su vertiente vedanta-advaita,
lo enunciará como Brahman: el increado, lo absoluto, lo grande,
conciencia, “eso”, la no-dualidad de las cosas, expansión en un Todo
único; también se le menciona como la suma de todo lo existente, de “lo
que fue, lo que es y lo que será”… Esta doctrina filosófico-religiosa
sitúa este Universo, en el que
transitamos, como uno de los infinitos Atmans (respiraciones) de
esta innombrable divinidad. Y el Big Bang (“origen de nuestro
universo”), como uno de los incontables “despertares” de
la misma: en verdad no existimos; somos el ensueño
del Ser (Solipsismo Cósmico).
Refutaciones
La réplica conocida
al Solipsismo es que la persona,
en un momento dado de su existencia, fenece. En cambio, tú no has fenecido, y efectivamente no lo has impugnado.
Esta refutación es, asimismo, endeble al juicio de que uno no puede expresar si
la percepción perdura al trance o no; pues, la suposición no queda rebatida
porque cualquier otro sería capaz de, igualmente, juzgar que existe, hasta, aun,
más allá de la defunción. La expiración, o algún otro matando a la persona,
asimismo, pueden ser advertidos como efectos de un espejismo; podrían no haber,
en modo alguno, existido; y de idéntica forma, cuando un Solipsista se halla en la circunstancia de que le van a asesinar
eso sería fruto de su ensueño o ilusión.
Otra refutación gravita en que la propia
existencia origina sufrimiento. ¿Por qué originaríamos sufrimiento para
nosotros mismos? Una réplica a esto es que puede haber algún juicio que hemos resuelto
relegar expresamente, tal como se enseña en la Ley del Karma, o un deseo
de no hastiarse. Otra contestación, es
que el concepto puro de sufrimiento es una apreciación restringida
que se produce en estructuras socioculturales de cualidad superior; que no
tienen por qué ser forzosa y generalmente admitidos. Una estructura de cualidades superiores solipsista puede
no dar la razón al sufrimiento, o el supuesto suceso del fenecimiento particular,
como existentes.
Otra impugnación deriva
que el solipsista pragmático requiere un enunciado para prescribir sus reflexiones
sobre el Solipsismo, y un enunciado
es un instrumento cardinal para interaccionar con otras inteligencias. ¿Por qué precisa el mundo del solipsista
una forma de expresión? Las réplicas viables son análogas a la postrera refutación;
es decir, para impedir entrar en el tedio, el solipsista, acaso, imagina otros pensamientos, que alcanzarían, ciertamente, a ser, sin
más, componentes de su propio pensamiento, de las que ha determinado "extraviar" el propio control a lo
largo del periodo en que sucede, y ha dispuesto que las expresadas personas
ficticias le ilustren en un lenguaje para poder accionar recíprocamente con
estos fragmentos más lejanos, e incomunicados, de su (propio) pensamiento.
En síntesis: Casi todas las refutaciones
pueden gestarse invocando a la libre elección del solipsista.
Materia
El mundo del solipsista puede llegar a escindirse
en dos porciones: la porción gobernada por su percepción consciente y la porción
gobernada por su percepción inconsciente. Hallará que la porción inconsciente
de su mundo se comporta con la misma dificultad que lo haría si fuese exterior.
En esencia: sin formar porción de él mismo en absoluto (presentando las cosas
tal como son). La diferenciación entre el mundo realista y el mundo
inconsciente se desvanece cuando se advierte que exterior e inconsciente
son, sencillamente, dos vocablos disparejos esgrimidos para referir idénticos sucesos
que acaecen allende del gobierno consciente.
De esta forma, suponer que el mundo exterior
sea la potencia intelectual fuera de su voluntad de uno sólo es una diferenciación
semántica. No se diferencia si uno reclama su propio cuerpo y el mundo exterior
alcanza toda la realidad, o reclama su potencia intelectual consciente y su potencia
intelectual fuera de su voluntad entiende su yo como un todo. La pretensión de que sólo uno mismo existe es una pragmática; uno mismo es el mundo entero (Pampsiquismo).
En el mundo de Sofía
Todas las vivencias del individuo son decididamente
reservadas e inexpresables. Lo que yo advierto,
y experimento, no puede ser participado, en modo alguno, por ningún otro.
No hay condición de saber si las impresiones, y vivencias, de otras personas
son como las de uno mismo. Lo único que alcanzo a explicar, con seguridad, es
que yo
existo. Todo se delimita a mis vivencias. En la base, yo
es todo. Lo que se concibe por el conjunto de todas las cosas exteriores solo
son sensaciones intrínsecas de un yo. No es posible salir del círculo
del yo.
En los orbes literarios y cinematográficos
La cuestión de la Solipsis ha sido estudiada y esgrimida por diversos novelistas de la
centuria pasada. Varios de ellos pertenecientes al género literario de la Ciencia-Ficción;
así, por ejemplo, Stanisław Lem ("Solaris",
"Congreso de Futurología"
y "Diarios de las estrellas",
novelas estas dos últimas en la que se inspirará el film The "Matrix", de los hermanos
Wachowski, 1999); Jean-Pierre Andrevon ("Mundo desierto"), Philip K. Dick ("La hormiga eléctrica")
o Greg Egan ("Ciudad Permutación") harán
un uso más o menos directo y repetitivo de la cuestión en algunos de sus trabajos.
El significado del Solipsismo es, de la misma manera, muy estudiado por la escritora
Ursula K. LeGuin en su obra "En
torno al Paraíso" (1971) cuya trama principal es el de qué
pasaría si una persona pudiera manipular la realidad arbitrariamente; de
forma análoga a la ulteriormente ofertada por Domingo Santos en su ficción "Hacedor de mundos"(1986), contenido
abordado, igualmente, en la película "El efecto mariposa" (2004).
El relato cinematográfico (en varias
partes) de "Matrix", mencionado con anterioridad, se nutre, de
la misma manera, de las ideas Solipsistas,
pues en él se relata un mundo efectivo únicamente en la mente de su protagonista,
que, al descubrirse el manto del artificio cerebral, raudo revelará su genuina
realidad.
En la cinta "Mr. Nobody" todas
las existencias transitadas están erigidas por el propio protagonista; fundamentándose
en los cambios que habrían acaecido tomando diferentes decisiones a lo largo de
su existencia. De esta manera, al ser su trayectoria vital una evocación
imaginada, el espectador no conoce cualquiera de las facetas impropias a la existencia
del personaje principal.
Otros filmes que esgrimen ideas que se
pueden catalogar de solipsistas son: "Desafío Total"(1990), "Dark
City"(1998) y "Origen"(2010).
Concluyendo
Por todo ello, el Solipsismo no se puede dar en la PERSONA, sino más bien en una única
identidad superior, llamada Conciencia
Cósmica, Ser, Multiverso (infinidad de Universos
paralelos), Brahman,... o como se le
quiera enunciar.
El ser humano se caracteriza,
desde el inicio, como persona. Y la persona es una
categoría Ética y Espiritual que se contrapone a la condición
de individuo, que no es más que un subproducto sociológico y, por ascendencia, de
la propia naturaleza.
La
indudable necesidad, y el verdadero destino de la persona, es la Libertad sobrenatural surgida, como su sacrosanta fuente, del celestial
misterio cósmico.
"Sum ergo cogito" (Existo, luego pienso)
Nikolái Berdiáyev
Santiago Peña
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