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Introducción
El Cisne a lo largo de diferentes Pueblos y Culturas
Desde una visión Hinduista
En su forma emblemática es, incondionalmente, de color blanco, si bien no se constituye una distinción especial entre el Cisne, propiamente dicho, y otras voladoras análogas, como podría ser, su pariente más cercano, el ganso.
Sus lazos con lo divino son diáfanos. Surge vinculado a Sarasvatî, la deidad femenina de la Sabiduría; es, indistintamente, la representación zoomórfica del Dios Brahmâ, el hacedor de la triada hindú. Y es, igualmente, la divisa de la libertad alcanzada gracias a una Simpar Espiritualidad. Por expansión con Brahmâ, se les otorga el epíteto de «cisne» a aquellos que se han redimido del curso de las reencarnaciones. Así mismo, de los santones, se cuenta que han adquirido el grado de paramahâmsa («Cisne Supremo»).
El Cisne posee una señal marcadamente dualista. Nada en el agua pero no está sujeto a ella, sino que puede surcar el cielo y, además, el líquido elemento no le cala. Es como la naturaleza divina, que, si bien figurada y moradora en la persona, se mantiene de manera plena, autónoma e indiferente al transcurrir de la vida particular. Precisamente, el vocablo sánscrito hamsagâta («movimiento del cisne»), se refiere a la emancipación final del alma.
El mismo emblema del Cisne permite simbolizar el Sol, o Alma, de una PERSONA. Del mismo modo, es un significativo signo en las creencias Hinduistas Advaitas: puede navegar, separando las aguas, sin bañar su plumaje y es, por tanto, distintivo de la PERSONA iluminada; que no es impresionable por hechos, u objetos, acaecidos en la tierra; ostentando la capacidad de distinguir entre barbarie y comprensión.
Cultura Celta
El Cisne asume una tarea muy notoria en la sociedad celta. Es el intermediario entre las deidades y las PERSONAS; manifestándose, con ellos, en esa travesía del Más Allá. De Igual manera ayuda, junto a los dioses, a guiar el mundo en todos los distintos estados de la Luna y al cambio de estaciones.
Para los celtas, es la integridad de las vírgenes y es el reverdecer primaveral. En el primer equinoccio del año (mediados de marzo) se celebra que el apolíneo contrapeso entre la noche y el día se quiebre para hacer sitio a la gloria de la Luz.
Mitología Griega
Conclusión
En síntesis: esta
bellísima ave, de una gran capacidad para la creación y, por ende, para la regeneración,
es símbolo excelso, y sin parangón, de Pureza Espiritual.
Santiago Peña