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Bienestar y felicidad no son lo mismo
La máxima obtención de bienestar,
a través (exclusivamente) del progreso tecnocientífico, no presupone (necesariamente)
la conquista de la felicidad. Los
caminos de la espiritualidad transcienden al indiscutible impulso de la
ciencia. Por ende, la "tenociencia" (tecnocentrismo),
no debería, jamás, ser una nueva religión.
En un incipiente amanecer de
la humanidad, las religiones, emergen por un profundo (y para nada científico)
deseo de pervivencia; al igual que el de dar sentido a nuestra existencia; así como
el de comprender (y/o entender) este inmenso universo que nos envuelve; y,
sobre todo, de albergar, en nuestro rincón más querido y profundo, una
sensación de inescrutable temor a algo superior (llamado Dios) que no
alcanzamos a entender pero que, sí, debemos de "obedecer" (bajo ningún tipo de cuestionamiento y
exclusivamente) mediante la fe.
La forma de como logremos
mantenernos en este mundo (o en otros) no debería de someterse a la clásica dicotomía
avances científicos, sin límites éticos y
morales, o a una (deseable) regresión. Es decir: un retorno consciente
hacia nuestro interior más inmaterial, más esencial y más auténtico.
¿Ángeles o robots?
En consecuencia, la síntesis armonizada de estos dos "elementos metafísicos",
aparentemente contradictorios (y confrontados), deberán converger en un mundo (más)
ético, más justo, más social, más igualitario y más magnánimo. En definitiva:
más acorde a una verdadera, e incontestable, realidad.
La axiomática existencia de
la PERSONA radica en la expansión de
una fuerza hacedora de verdades eternas e inmutables; generadora de una
auténtica Bondad universal. La Bondad, y nada más que la Bondad, es el principio generador de
una genuina Felicidad. Por lo que
toda expansión hacia los demás; y sin esperar nada a cambio, es el único, y
exclusivo, camino de una genuina
satisfacción personal, e íntima, con el espíritu de la PERSONA. Fruto de todo ello, todo desprendimiento es un nacimiento;
es el cumplimiento del deber; y es la máxima recompensa a nuestra gracia divina,
rebosante de Luz.
Toda Luz es generadora de Bondad, a pasar
de sus posibles sombras; toda sombra es el resultado de la Luz
Santiago Peña
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