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Introducción
Los Escarabajos Peloteros (del desierto
egipcio) han sido a lo largo de milenios la más ferviente imagen de la
constante transformación de la existencia y, a su vez, han simbolizado al universal
Sol
Naciente. Cada día, infatigablemente, la Vida resurge a través de
la Fuerza
que desprenden los sempiternos rayos solares.
El escarabajo, como
representación de Jepri
Khepri (o Jepri), el dios Sol,
creado así mismo, alegoría de la vida imperecedera, era el concepto, en la mitología egipcia, de la invariable mutación de
la vida. Su apelativo hace referencia a "El que llega a ser (por sí solo)". Fue simbolizado como un escarabajo
impulsando el disco solar a través de la bóveda celeste. De la misma manera
como personaje con testa de escarabajo que, ocasionalmente, acarreaba un cetro Uas
y un Anj.
No obstante, no tenía la
exclusividad como dios Sol: Jnum era el dios
del crepúsculo, autor de un huevo del que germina la Luz Solar, Atum era el dios Sol
creado por sí mismo, Jepri era el dios solar
del oriente o del alba y Ra
el dios Sol en todo su esplendor.
Jepri (o, también, llamado Jeperu) se transfiguraba en sí mismo
cada amanecer, resurgiendo como Nuevo Sol; por esa razón fue asociado con Atum. Como emblema de la Vida Sempiterna, era el Sol
de las primeras horas del día; una revelación del dios Ra.
Por todo ello, reproduce el primer
instante de los avatares que perciben los seres vivos, desde que brotan hasta
que se extinguen, inclusive de su resurrección si culminaban las experiencias
en la Duat (el Más Allá). Igualmente simbolizaban
la creación legendaria de la Tierra y de la especie humana.
Aunque no disponían de lugares
de culto propios, se emplazaban escarabajos gigantes pétreos en algunos templos
significativos, como es en el caso de Karnak, donde existía una cripta oculta
que representaba a la Duat
(el inframundo). En un rito hermético, la efigie de Amón-Ra bajaría a esta misma
cripta de donde subiría trasfigurada en Jeperu, "quien emerge de la tierra".
El Escarabeo, como Talismán Solar
El Escarabeo, utilizado en las
liturgias funerarias, fue uno de los talismanes más notorios del Antiguo
Egipto.
Los Escarabeos
(amuletos en forma de escarabajo) fueron labrados en múltiples materiales: esteatita, basalto, granito, y en piedras preciosas como lapislázuli, amatista, cornalina, e inclusive en metales nobles como el oro.
Las excavaciones arqueológicas en Egipto han exhumado representaciones de escarabeos en hueso,
marfil, piedra, fayenza egipcia y metales preciosos, datados desde la sexta dinastía hasta el período ptolemaico. Son, habitualmente,
de pequeñas dimensiones y están perforados para poder posibilitar su engarce en
un abalorio.
A día de hoy, el Escarabeo,
sigue siendo una manufactura de carácter multitudinario en parte al hechizo y atracción
moderna hacia el arte y las creencias del Antiguo Egipto. Escarabajos en
piedras semipreciosas o en loza esmaltada se pueden adquirir en un gran número de
comercios y, entretanto, en el santuario de Karnak ha tenido que ser cubierto
un antiguo gran escarabajo, representación de Jepri, para disuadir a los turistas
de la perniciosa costumbre fetichista de restregar la base de la efigie para,
de esta forma, “obtener suerte”.
Culto funerario
El Escarabajo
tenía un considerable valor en los ritos fúnebres egipcios. Habitualmente era labrado,
en un canto verdoso, y ubicado en el tórax de los extintos, para preservar el corazón
y suplirle en el transcurso del embalsamamiento. La finalidad del "escarabajo del corazón"
era cerciorarse de que el corazón no testificaría frente al finado en el Juicio
de los Difuntos.
Posiblemente el caso
más reputado (Dinastía XVIII) de tales "escarabajos del corazón" es el espectacular ejemplar de color cetrino,
hallado entre las vituallas del enterramiento del Rey-Niño Tuthankamón (Neb-Jeperu-Ra, “Señor
de las transformaciones es Ra”); trabajado
en una hermosa gema cristalina del arenal libio.
Significado Metafísico
Una cierta variedad de escarabajos
peloteros, mayoritariamente el Scarabaeus
sacer, dispusieron de una condición divina entre los antiguos egipcios.
Como ya se ha mencionado
ampliamente, el escarabajo, fue equiparado a Jepri, el autocreado, el Dios
asociado al Sol Naciente. De antiguo se creía que el escarabajo era, exclusivamente,
de naturaleza masculina y que se multiplicaba confinando su esperma en una pelota de estiércol
de buey. La atribuida “autoreproducción”
del escarabajo lo asimila a Jeperu, que se creó por sí mismo “de la nada”. De otra parte, la bola de
estiércol rodada por el escarabajo pelotero recuerda al Sol “en su carrera cíclica por el horizonte”. El historiador, y
moralista, griego, Plutarco
de Queronea (50 – 120 dc), lo describe de esta manera:
“La
raza de escarabajos no tiene ninguna hembra, pero todos los machos expulsan su secreción
en una pelotilla redonda de material que ruedan empujándola por el lado
opuesto, igual que el sol parece regresar a los cielos en la dirección opuesta
a su propio curso, que es de oeste a este”.
Los egipcios creyeron que Jepri
“rejuvenecía” el Sol diariamente tras su desvanecimiento
en el horizonte; transportándole, a través del mundo de las profundidades, al Duat, con posterioridad
al crepúsculo para, así, rejuvenecerlo, nuevamente, al siguiente día. Ciertas sepulturas regias del Imperio Nuevo
lucen una imagen tríplice del Dios del Sol, con el escarabajo como
efigie del Sol del Alba.
Síntesis
Diariamente,
tenazmente, la Vida renace a través de la Fuerza que emanan los imperecederos
rayos solares de Nuestro Padre y Señor de todas las cosas. Y los Escarabajos
han sido, durante milenios, la más fiel representación de la constante
transformación de la existencia, encarnada en el omnipresente Sol
Naciente. Cada día, sin descanso, hasta el final de nuestras ínfimas vidas.
Santiago Peña
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