domingo, 9 de abril de 2023

ACERCA DEL VACÍO Y LA NADA

 

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El Vacío, como una hemorragia transitoria del Universo… y de la PERSONA

En algunos instantes, de la presencia diaria de cualquier PERSONA, se puede llegar a sentir un Vacío (existencial). Ese estado vivencial, de una emoción derramada y engullida por las arenas de un espacio hostil, es consustancial al género humano. El sujeto pensante, como artífice de meditaciones futuras, de pensamientos presentes y de recuerdos pasados, es autor (involuntario) de un vacío lóbrego, triste y yermo.

El desierto, por sí mismo, ocupa un espacio. Un espacio Vacío, árido, despoblado. Carente de vida. Vacío, en su soledad. La vida no fructifica. “Nada” crece. La añoranza y  el desánimo son duelos de zozobras y espasmos. La incertidumbre se perfila como señora de un presente permanentemente caduco; de un futuro sin futuro y sin sombras. Las sombras posibles se transforman en una escuálida sombra. Una afligida y ensimismada sombra. No hay motivos para una boda. El abatimiento todo lo embarga, hasta la mismísima mónada. La luz persiste, agonizante, pero contumaz, en su hora lóbrega.

Por todo ello, el Vacío (ese Vacío perecedero), es algo que se da, indistintamente, en espacios intergalácticos como (tenaz) en experiencias humanas.

 

La Nada, como la Eternidad absoluta, única y perfecta

La Nada, es el No-Ser. La Nada es la no existencia. Desde la metafísica más preclara, la Nada no es posible. Por lo que se puede llegar a acordar que: La Nada es un acomodo lingüístico. No obstante, la ausencia física de una PERSONA que lo fue y ya no lo es, determina que se “fue” a la Nada. Es decir: su no existencia terrenal la “sitúa” en la Nada.

Esa Nada (que a todos nos espera) es el final anunciado de dejar de ser seres existentes para convertirnos en… Nada.

Este pensamiento universal (que abarca a necios e ilustrados) es una Verdad absoluta, única y perfecta:

El Vacío, es transitorio; la Nada, Eterna

 

Santiago Peña
 
 
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