domingo, 31 de diciembre de 2023

SÓLO LA DIVINIDAD PUEDE OSTENTAR LA SABIDURÍA

  
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Los llamados "sabios", simplemente, comparten la “luminosa” (y aturdida) percepción de su no-sabiduría. Por lo tanto, son conscientes de que no lo son, ni que jamás lo llegarán a ser. Por este cardinal (y “sapiencial”) motivo, el resto de los mortales los “ven”, triste y figuradamente, como a unos sabios ennoblecidos. En verdad son “sabios”, en su manifiesta Bondad, en su inquebrantable Dignidad y en su Íntegra presencia rebosante de Luz.
 
En cambio, de lo único que son, y se “ven”, de ser “sabios” de su propia barbarie. -¡Todo un mérito, para los tiempos que corren!- Todo un mérito de ser unos entendidos de sus propias limitaciones; de su propia ignorancia; de su propio pesar.
 
No obstante, existe una parte, nada desdeñable, de la propia humanidad, que es, supinamente, inconsciente de su presencia en esta (madre) tierra y, por ende, de su (propia y extraviada) ficción existencial.
 
Una pátina de neblina constante, confunden visiones inmaduras; obnubiladas por refulgentes luces de neón. Destellos expertos; directos al corazón. De corazones quebrados, por un certero diapasón. Vibraciones distorsionadas, pero, en una perfecta “sintonización”.
  
Por todo ello, esa humanidad, deshumanizada, no camina: repta; no transita: se arrastra. Nieblas oscuras, evolucionadas en noches sin razón. En ríos de humanas apariencias. En riadas de humanoides enloquecidos. En un consumismo destructivo, ignoto, oculto, en expansión; hasta la mismísima (auto) destrucción. Sólo “el sabio relojero” es conocedor de tan afligida disolución. Sólo Él, y nadie más que Él, es sabedor de los endógenos males de este mundo. De un mundo que no merece seguir siéndolo. -¡Nada merecemos, ni el propio perdón!-
 
Millones de luciérnagas dispersas, marchitas -¡menos que velas!- se desvanecerán en un mar de lágrimas infinitas, de almas (casi) difuntas; en un océano de hogueras exterminadoras. De piras flameantes; alimentadas por males difusos. De males pestilentes; confluyendo en un vacío absoluto. En la nada, por razones obvias, no podrá ser. Permanecerá un inane desierto, sin pensamiento; sin juicio… En una oquedad, distinta. Él, lo sabrá. ¿Del resto? El resto, desaparecerá…
 
Nada quedará, ni el recuerdo del último estertor.

 
Solo Dios es Sabio
 

 

 Santiago Peña
 
 
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domingo, 3 de diciembre de 2023

LO OCULTO Y LA LUZ

 
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Lo Oculto, es la pura condición de algo (preservado) en todo su esplendor; ¡es Luz en toda su plenitud! -¡No hay nada de contradictorio en esta esotérica afirmación!- De igual manera que el aparente brillo de algunas formas define una falsaria luminosidad. Por lo que, lo Oculto, es aquello que se debe preservar. Es esencia íntima y recóndita. Es conocimiento sin mancillar y es Sabiduría Transcendental. Y es lo más preciado del ser humano.

 

Causa y consecuencia

El origen de una cosa siempre es verídico. Del mismo modo que el final de la misma también es verdadero. Por lo que el (primer) advenimiento de esa misma cosa es “hija” y, por ende, causante de Luz. Y su prevista (aparente) desaparición es motivo de ocultación (de la Luz), pero no de su (real) desaparición. Desde el mundo de la Realidad de las Cosas, la Luz jamás podrá desaparecer. A lo sumo se ocultará; se esconderá pero, en ningún momento, se desvanecerá…

Somos Luz, somos el Todo y somos la Unidad

Motivo de ello, la Luz es testigo preclaro del origen de toda existencia… Somos existentes cuando hemos sido “bañados” por la Luz. Es decir: nada puede existir fuera de la Luz (tanto material como espiritual)… Es por ello que, la futura madre (parturienta), “da a luz”: desde una “oscura” concepción, ocultada a los demás, somos iluminados por la misma maternidad.

 Somos el Alfa y el Omega: principio y fin de todas las cosas

Al ser nuestra mente, e imaginación, superior al infinito universo, en nuestra alma, tenemos las respuestas de ese mismo universo. Por lo que no hay que buscarla fuera de él. Por todo ello somos una representación exacta; un espejo del cosmos… Somos miles de millones de microcosmos para acabar siendo el mismo cosmos al que decimos representar. EL día que conozcamos nuestra esencia seremos, y tendremos, la clave para conocer el universo.

Somos universo y está en nuestro interior

 

Santiago Peña



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